Después de muchos meses sin ti, aún siento tu aliento por las noches, aún escucho tus gritos, tus quejas, tu saliva en mi rostro cuando me llamabas «hija de puta», aún siento el desasosiego de poder librarme de ti y de toda la  manipulación a la que me sometiste durante todos esos años, aún espero poder reencontrarme conmigo misma y dejar de culparme por todo, aún espero el momento de poder levantarme por las mañanas,  y dejar de preguntarme si en alguna ocasión, tuve yo la culpa de todos tus enojos y tus ataques incesantes de ira, aún sigo preguntándome como pude caer en tus garras y me dejase llevar a ese pozo sin fondo, en el que el menosprecio era tu plato entrante y tus puñetazos, el postre final.

descarga (16)Durante largo tiempo, a día de hoy, reconozco que sufrí un tremendo Síndrome de Estocolmo, sintiendo la necesidad imperiosa de tenerte a mi lado, acostumbrada a tus gritos e insultos, y a esa tremenda manera de llevarme a «tu terreno», llegaste a  anularme como persona, me hundiste de tal modo , que lograste lo que tanto se proponía tu atroz y perseverante trastorno psicótico, exprimirme para que tu egocentrismo no se viera afectado, obteniendo ese pretencioso liderazgo en todo lo que envolvía tu vida.

Tus golpes, tus retorcimientos diarios en mis brazos, tus puñetazos en mi estómago, las estiradas de pelo…todo ello, afortunadamente se fué…pero la tortura diaria, de la que creía, que me salvaría, cada día , en vez de mejorar , empeora. No logro poder llevar una vida digna, una noche sin esas tormentosas pesadillas, un intento de poder llevar una relación digna, sin creer, en multitud de ocasiones, que quizá «ese hombre nuevo», pueda ser el galán, atractivo y Don Juan que fuiste ¿Me equivoco? seguro que si, pero a sabiendas que existen hombres tremendamente buenos, es inevitable no sumergirse en un caos de dudas, a la hora de conocer otra persona y caer en esa lamentable pesadilla.

Después de varios intentos fallidos de tratamiento psicológico en centros especializados a la mujer (aconsejado por servicios sociales, ya que jamás te denuncié), el objetivo era meramente el de victimizarme, haciéndome ver que la mujer, y yo en este caso, eramos y somos, seres débiles, y en consecuencia, inferiores. Atendiéndome, lamentablemente un deplorable día al mes, cuyo objetivo final, era únicamente el logro de una DENUNCIA ante mi maltratador, me saturaron a medicación (ansilolíticos y anti depresivos) donde seguía negándome rotundamente, donde finalmente me despedí de tales «personajes» sin escrúpulos, subencionados bajo una ley  «que nos mata».

Ahora, después de observar mi estado, que aún intentándolo a diario, es desolador y angustioso, me veo envuelta de nuevo, en tratamiento psiquiátrico, porque soy fuerte, porque yo misma he decidido acudir a una ayuda, porque he decidido tratarme de nuevo, sin caer en las garras de centros feministas, en un centro privado, de mi bolsillo , con el dinero que actualmente me gano, y así , de esta manera , lograré olvidarte y olvidar todo lo que me has llegado a producir durante todo tu incesante y deplorable maltrato físico y psicológico…

He de darte las gracias, aún a mi pesar, ya que gracias a ti, he descubierto la capacidad de superación, la fuerza y la supervivéncia ante alguien tan malvado como tu.

Lograré vencerte, a ti y a la macabra Ley de Viogen… eso me lo he prometido y no pararé hasta ver que la violencia generalizada deja de culpabilizar nada más a un solo sexo, afectando a ambos rotundamente, porque esta ley me mata… y nos mata a todos por  igual.

Angie-Una ley que me mata